domingo, 3 de junio de 2012

La Polémica entre la Sociología y la Historia



Repensando una antigua polémica entre historiadores y sociólogos. El debate Simiand – Seignobos y algunos dilemas de la historiografía contemporánea.(selección de texto)

Por Fernando Devoto
MATERIAL DE INTERNET 

En 1903 la Révue de Synthese Historique que dirigía Henri Berr publicaba dos largos textos de François Simiand bajo el título general unitario de “Methode Historique et sciense sociales” (…) el eje de un debate con otros historiadores como Ch. Seignobos (…) Era en realidad una virulenta crítica exclusivamente contra el libro que este último había publicado en 1901 con el título de La méthode historique appliquée aux science sociales (…) Las polémicas entre historiadores o entre historiadores y otros científicos sociales acerca de la naturaleza, el objeto y el método de la disciplina eran moneda corriente entre esos años en Francia y fuera de ella

Fueron las generaciones de historiadores posteriores las que vieron en ese debate el punto de arranque entre dos concepciones de hacer la historia, proyectando allí los orígenes teóricos de la nouvelle histoire. Y no es tal vez innecesario recordar que ese camino que convirtió al texto de Simiand en el manifiesto de la nueva generación pasaba a través de las continuas referencias elogiosas de Marc Bloch y Lucien Febvre (…) [Simiand] en 1903 era tan sólo un joven discípulo de Durkheim que no había cumplido los treinta años ni terminado su doctorado

(…) Pero la importancia de aquel debate no tiene que ver sólo creo con el texto de Simiand y con los orígenes de la nouvelle historique sino también con la figura de su adversario. Seignobos, el ya por entonces prestigioso profesor de Metodología Histórica de la Sorbona, continuó proyectando su sobre a lo largo del siglo y no sólo como prototipo caricatural de aquella historia “historizante” (…) Los ejes del debate (…) son tres: en torno al modelo de ciencia, en torno al método, en torno a la relación entre las distintas ciencias sociales (…) En tanto nueva disciplina universitaria, la historia aparecía así necesitada de una legitimación que la distinguiese por un lado de las clásicas ciencias físico-naturales como así también de las antiguas humanidades clásicas (…) La búsqueda de definir esta cientificidad (…) será el objeto que se propondrá Seignobos.(…) definir la cientificidad de la historia partiendo no de problemas metafísicos “desprovistos de todo interés” sino desde punto de vistas prácticos (…) La cientificidad de la historia servía así para legitimar la aspiración al monopolio del saber por un grupo profesional (los historiadores universitarios) excluyendo de la disciplina a los historiadores ajenos a la corporación y a la generación anterior (o si se prefiere dividiendo en dos a la misma: una erudita o académica o científica, la otra asistemática, artística o amateur)

Definir el carácter de la ciencia histórica a partir de la práctica del historiador llevó a Seignobos a proponer una definición de la historia como una ciencia de conocimiento indirecto: sostenía que, a diferencia de las ciencias de observación directa, el historiador no puede conocer los hechos sino tan sólo las huellas de los mismos: los documentos. La historia deviene así no una ciencia del pasado sino un método científico de estudio de los documentos de ese pasado (…) El historiador (…) sólo puede entonces tratar de establecer los hechos a través de la crítica de los documentos (crítica que permite ascender del documento al hecho). Luego de establecidos los hechos individuales el historiador debe operar con ellos agrupándolos en grandes conjuntos de hechos simultáneos por un lado, sucesivos por el otro.
(…) Es evidente que más allá de cuáles sean los méritos epistemológicos de la propuesta, ella fuerza desde sus presupuestos al historiador a ejercer su disciplina como una ciencia eminentemente descriptiva (…) El historiador queda así inhibido de ir más allá de la simple comprobación de los hechos y de algunas operaciones sencillas de agrupamiento que especialmente en su dimensión temporal le permiten observar la evolución social pero no comprenderla.
(…) El historiador recorta así drásticamente su horizonte de posibilidades y al hacerlo en realidad pone en cuestión no tanto la utilidad de la historia (…) ni su función social (…) sino su aspiración científica y por ende su legitimidad como disciplina universitaria.
La propuesta de Seignobos por otro lado no se reducía al mundo de los historiadores sino que se proyectaba hacia las otras nuevas ciencias sociales (…) Al definirlas, el autor de La methóde excluía la sociología.
(…) Seignobos proponía un diálogo entre las distintas ciencias históricas y sociales que colocaba a la historia tradicional en el centro del cuadro descriptivo y que proyectaba sus métodos de crítica de documentos a las otras disciplinas.
Si fuera necesario buscar un motivo para la polémica que no fuera estrictamente historiográfico se lo podría fácilmente encontrar en este último parágrafo. El debate confrontaba a un prestigioso representante de una disciplina dominante (…) con un joven estudioso de una disciplina nueva (la sociología) y por lo demás representante de un grupo, el de Durkheim y sus discípulos, que se encontraba en los bordes del sistema universitario francés
(…) El libro de Seignobos era una verdadera provocación para los sociólogos, los excluía de las ciencias sociales a la vez que prohijaba una integración de las restantes bajo la hegemonía de la historia. Exactamente lo opuesto a lo preconizado por los sociólogos durkheimianos los que sí compartían la idea de la unidad de la historia y las ciencias sociales y pensaban que esta debía realizarse bajo la hegemonía teórica de la sociología. El expediente polémico en exceso (…) era por lo demás común entre los durkheimianos.
(…) La posición defendida por Simiand tenía a su favor no sólo la voluntaria modestia de la propuesta de Seignobos sino también la de ser formulada desde la filosofía y no desde la historia artesanal (Simiand por lo demás, al igual que la mayoría de los primeros durkheimianos, poseía una licencia en la disciplina). El eje central de la propuesta del joven sociólogo era discutir la noción de ciencia defendida por Seignobos.
(…) Simiand no negaba que las concisiones para la constitución de una ciencia positiva fueran más difíciles en el campo social que en el de las ciencias naturales pero defendía la idea que entre aquellas y estas no existía una diferencia de naturaleza o una oposición. La idea de una radical oposición derivada del modo de conocimiento del objeto era un error ya que para Simiand ese conocimiento no era indirecto (como sostenía Seignobos) sino tan sólo mediato. Pero la asunción de estas semejanzas entre ciencias físico-naturales y ciencias sociales obligaba a éstas a seleccionar el tipo de fenómenos a estudiar, descartando aquellos irrepetibles y por consecuencia contingentes (y no objeto de estudio científico) para concentrarse en aquellos otros hechos recurrentes, por ende constantes (y en tanto tales, pasibles de ser utilizados para la construcción de leyes)
(…) Así, concluye Simand, si el estudio de los hechos humanos quiere convertirse en ciencia positiva está obligado a desembarazarse de los hechos únicos para concentrarse en aquellos que se repiten, a descartar lo individual para concentrarse sobre lo regular, a eliminar lo individual para estudiar lo social.
(…) Un programa ambicioso y que sin duda por lo radical de sus proposiciones (que no dejaban espacio para ningún compromiso con la propuesta de la historia tradicional) y por el tono incendiario en el que estaba expuesto concitaría más rechazos que adhesiones en una corporación poderosa a la que se le exigía convertirse en una ciencia social perentoriamente.
(…) La influencia de Simiand no se limitó a su escrito polémico de 1903 sino que incluyó otros trabajos teóricos y sobre todo ciertos modelos de investigación empírica (…) que encontrarían largo eco entre los historiadores posteriore. Dicho esto, una división algo esquemática debería distinguir entre una influencia general, difusa, de las ideas de SImiand en cuanto a la característica de construcción inductiva de la ciencia histórica que se basa en la búsqueda de correlaciones recurrentes entre los fenómenos y, que encuentra una de sus vías de desarrollo en la historia comparada prohijada por algunos hombres de Annales.
(…) Ciertamente aquella influencia genérica de las propuestas de Simiand es muy evidente también en Braudel y sobre todo en esa masa ingente de investigaciones regionales que en los 50 y 60 buscaban establecer algunas correlaciones constantes entre fenómenos como la población y la estructura económica.
(…) La propuesta del discípulo de Durkheim tuvo, más allá de las dificultades, una gran estación en la segunda posguerra gracias a la influencia de Labrousse sobre toda una generación de historiadores. Paralelamente a la influencia difusa que observábamos en Braudel y en sus discípulos, otro conjunto de historiadores seguirían las huellas de Labrousse en cuanto a una historia serial que recuperaba todos los motivos polémicos hacia los ídolos de la tribu de los historiadores.
(…) La batalla de la nueva historia tuvo por otro lado dos incómodos compañeros de ruta en esos años de la posguerra, con los cuales compartiría la aversión hacia la forma tradicional de hacer historia: el marxismo, que finalmente adquiría un espacio en los ámbitos universitarios, y más tarde la new economic history anglosajona que iniciaba la conscripción de prosélitos en el viejo continente. Ambas lo hacían desde aquella lógica deductiva o abstracta que Simiand ya había condenado en los años iniciales del siglo. Los productos de estas versiones de la historia que aspiraban a arribar a resultados “científicos” fueron en cierta forma desilusionantes. El paradigma cuantitativo, que era finalmente el de las ciencias positivas, dio resultados mucho más magros de lo esperado.
(…) En un conocido artículo de 1979 publicado en Past and Present. Lawrence Stone daba cuenta de la situación. La historia estaba embarcándose en una nueva vieja historial Retornaban la narración y lo cualitativo, producto en parte del nuevo matrimonio de la historia con la antropología (…) Se estaba produciendo también una notable dilatación del campo historiográfico y una sucesiva fragmentación del mismo en un conjunto de “historias particulares”. ¿Estaban volviendo los viejos ídolos de la tribu de los historiadores? Ciertamente estaba retornando subrepticiamente el viejo paradigma y con él, Seignobos.

Publicado el 11 octubre 2009 por sociologos en el espacio
http://sociologicahumanitatis.wordpress.com/2009/10/11/la-polemica-entre-la-sociologia-y-la-historia